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EN UN LUGAR DEL SUR (CULPINA)

En un lugar del Sur de Chuquisaca de cuyo nombre me acuerdo a cada instante, a pesar de que el tiempo entre un punto y otro se ha acortado, llegar a Culpina sigue siendo una odisea, una suerte de lotería; si hace años atrás, cuando sólo había carros de carga para trasladarse hasta Tarija o Potosí, y uno tenía que ir encima de las papas u otro cargamento como pájaros en un árbol, hoy, viajar en los buses que van a Tarija, no ha cambiado mucho, porque continúan siendo medios de carga con asientos; el servicio es deficiente; peor aún, motorizados que se parecen a la lepra, pues, sin que sienta se van cayendo por el camino tornillos y otros, los conductores maleducados, imprudentes, torpes; por esas razones y otras, arribar a Culpina vivo no es sino un milagro. Apenas ha cambiado el tramo entre Camargo y la pampa, porque el camino, que serpentea la cumbre de San Pedro y las laderas que siguen, fue ensanchado; pero, los surubíes que hacen el tramo, corren como diablos llevados por el viento. Es una hora y media de viaje lleno de sobresaltos y barquinazos. El espectáculo de llegar a la tierra de madrugada es incomparable; ante los ojos se despliega la pampa con todo su color, verde o café obscuro, según el tiempo; y cuando apenas se ha instalado en la retina la lejanía y su fondo rojo, y el Sipi pelado como una calva, toda una vida y los recuerdos y las voces y los rostros de Culpina vienen a agolparse en la memoria y el corazón late más a prisa. Y cómo olvidar los dichos dicharacheros, diría mi amigo Paya, si todo lo que somos está ahí en la pampa; esas colinas y esos cerros que son testigos mudos de nuestras vidas, nos han hecho ser pampeños y no de otro lugar.

Pero bueno, ya es tiempo de decir, aquello que mis ojos vieron y mis oídos escucharon en el último viaje a la semilla de mi tierra; ojo, que si un día muero lejos, quiero que me entierren en mi pampa linda y querida. Voy a lo anunciado. Por lo menos, quizá más, 10 años de gestión municipal se han echado al lodo; dos gestiones: la del señor a quien decían que era poco hombre (Fredy) y la del tan cacareado Víctor Gallardo (Gallo), quien acabó desplumado; son gestiones para el bostezo y el olvido. Culpina parece petrificada en el tiempo, igual que sus ruinas de la ex-fábrica de alcohol “Toro”; nuestro pueblo va camino a ser un pueblo fantasma; por ejemplo, las feria de enero y agosto ya no son lo que eran en la década de los 80, una muestra de su esplendor, no era acaso don culo de gallina y sus juegos de azar que nos entretenía hasta muy avanzada la noche; uno se pregunta ¿qué obra (s) estrella se han hecho para el beneficio de los culpineños estos 10 años? La respuesta es contundente, ¡nada! Quienes se han arrimado a la Alcaldía, propis y extraños, no han hecho más que robar, engordar sus apetitos personales; nunca se preocuparon por institucionalizar cargo alguno; todo funciona en la comuna culpineña al calor de la angurria, y el facilismo del poco esfuerzo. Ya es hora de instalar en el chip del culpinense, que hacer algo por el bien de todos, pasa por el esfuerzo, la dedicación, la responsabilidad, y dejar a un costado la idea de que por medio de la política se puede llegar a ser capitalista, no, para eso están los narcotraficantes y los contrabandistas; es verdad que el desarrollo pasa por una paradoja: esforzarse por comprar una podadora sin tener jardín. Hay prioridades y necesidades de la gente que no se pueden posponer. Culpina necesita seguridad, mecanización del agro, pero, sobre todo, agua y agua y agua; los que estuvieron durante estos 10 años en la alcaldía, además de las matufias han postergado el futuro de generaciones. La gente sabe en Culpina quien se roba la plata y cómo se lo roba, el problema es que se calla. ¿No tuvimos la antena parabólica más cara de Bolivia? Costó 30 mil dólares. Pero, sirvió. Miramos los changos de ese tiempo al mundo más allá de nuestras narices; supimos de Chile, México, Brasil, Argentina. No necesitamos ningún satélite Túpac Katari ni Tucta Pari para conocer lo que pasaba en el mundo. Hoy nuestros jóvenes en Culpina sólo miran el ombligo del país y por el canal estatal. En Culpina el masismo hizo aguas. Por recurrir a eso de las bases y las bartolas, terminaron como perros del hortelano; si algo deben aprender los culpineños es que importar formas de organización de otros lares no son compatibles con la identidad de los pampeños, contar los entretelones de ese circo para encontrar el candidato ideal, es para la risa y llenaría otro libro del dicharachero. De todos lo que hoy se postulan a la alcaldía podríamos hablar hasta el cansancio de sus virtudes y defectos, claro, que acabarían pesando más los segundo; pero, lo que debe estar claro como el agua es que el nuevo burgomaestre y los concejales para la gestión 2015-2020, encontrarán un municipio derruido, desmantelado, acostumbrado a la modorra de la costumbre y con la ejecución presupuestaria más baja del departamento; y el desafío estará en devolverle una dinamicidad de servicio, para eso solo necesitará el nuevo alcalde creatividad, un poco de liderazgo y, sobre todo, gente con ganas de servir y aportar con ideas para hacer de Culpina un lugar para vivir bien. Porque las cosas buenas del pueblo están ya ahí y hay que darle el valor que merecen. Los amigos, la familiaridad, las gelatinas, los refrescos, las salteñas, los asados de chancho, los picantes, los panes, los helados, las masitas, los pencos, el Señor de Pilaya, los ponches y la leche de tigre. Y ni hablar de las habas, papas, queso, arvejas frescas en tiempo de producción. Si uno vuelve es por esas cosas; y aunque estemos en otro lugar, el sabor de una empanada nos vuelve inmediatamente en el tiempo, recuperamos el tiempo perdido.

Que los culpineños elijan en marzo a los mejores hombres y mujeres, para que entre todos podamos mirar qué cosas primordiales necesita nuestra casa y sus hijos. Tengo la certeza que así será. Todos, los que están lejos y no tan lejos y los que están ahí y pueden sentir el tierno amanecer de la pampa todos los día, debemos hacer el esfuerzo por construir una Culpina, primero para los culpineños, luego los otros.

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IVÁN JESÚS CASTRO ARUZAMEN

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