PODER, MENTIRA Y VERDAD
Para K.
El gobierno actual durante los años que lleva en el poder, ha ido construyendo una maquinaria burocrática temible. La dinámica sobre la que se sostiene esta burocracia es el secreto obsceno. Todas las revelaciones y el morbo del caso Zapata-Morales, así como los demás temas en los que el gobierno está involucrado, nos muestran el nivel de obscenidad que ha alcanzado dicha maquinaria. Esta burocratización nos arrastra hacia un estado de cosas en la que la política no es sino nada más y nada menos que una práctica banal; de este modo se banalizan principios elementales de sobrevivencia social, y, en última instancia asistimos al espectáculo mediático de banalización del mal. No son fortuitos, en este sentido, los efectos perversos del crimen organizado desde esferas del gobierno, fruto de la burocratización de ese mal. Los seguidores del MAS, no sólo están dispuestos a participar en cualquier lugar y hora, de esta banalización del mal. No cabe, por tanto, afirmar desde ningún punto de vista, que la gran mayoría de adeptos al gobierno, no sepan o no quieran ver lo que pasa en el interior del poder estatal. Dentro de la esfera gubernamental opera una banda criminal; ese círculo de amigos del Presidente Morales, se ha ido tornando cada vez más intolerante y violento. Son demasiados y suficientes los rumores y los hechos del mal perpetrados por esta banda burocrática. La manera de proceder de la banda del mal, no sólo es gris, sino fanática y apasionada por el poder. Esta manera de hacer política, ha conducido a los actuales gobernantes a perder la vergüenza. Deberíamos hacernos una pregunta elemental: ¿Qué es lo que le ha llevado al gobierno a perder la vergüenza? Por muy simple que parezca la respuesta, en el fondo de todos los hechos, esa pérdida de vergüenza trata de ocultar a toda costa la monstruosa verdad que está detrás de todos los actos de poder. Sin duda, que los tentáculos de esa monstruosidad que esconde el gobierno, se ha extendido mucho más allá de los límites del aparato estatal; es decir, la sociedad en su conjunto corre el riesgo de quedar impregnada de esta banalización del mal. Otra pregunta esencial para entender esta banalización a todo nivel del estado: ¿Dónde se incubó esta monstruosa verdad que esconde el gobierno? Estoy convencido que el origen de la misma se encuentra en el pseudoacontecimiento de la irrupción de un indígena en la cúspide del poder político. En pocas palabras, la asunción de una mentira disfrazada de autenticidad. No es casual, entonces, que la irracionalidad de los actuales mandatarios y su círculo de amigos, se dedique de manera tendenciosa a la tarea de tejer mentiras palmarias y manifiestas (tramoyas, sabotajes, traiciones, extorsiones, etc.); por esa razón, frente a cualquier caso, de oposición al régimen, se la tilde de sedición o conspiración contrarrevolucionaria; en tales procesos, sólo cuentan las confesiones si y solo si son falsas y si han sido obtenidas por medio de amenazas. Las verdaderas pruebas no cuentan para nada. El conocido dilema, “aquí no hay más caníbales, ayer nos comimos al último” es la lógica del actual gobierno. Que se trasluce en “Bolivia no hay más corruptos, perversos y criminales, ayer cautelamos al último”. Todo nos va demostrando que detrás de los hechos, la verdad es totalmente monstruosa, y, la única manera de esconderla es bajo la máscara de la mentira, la amenaza y el insulto.