top of page

LUIS ESPINAL Y LA REVOLUCIÓN


La figura de Luis Espinal es utilizada por muchos sectores sociales y políticos de izquierda para legitimar algunas acciones reivindicatorias; se ha hecho del jesuita catalán, un símbolo de lucha social en contra del imperio norteamericano. Algunos se han atrevido a hacerlo aparecer como un antineoliberal y anticolonialista. Por supuesto nada más osado y falto de criterio el querer clasificar y utilizar la postura de un hombre fue fiel al evangelio, que no solo estuvo de lado de los pobres, sino que se mantuvo crítico con la posición revolucionaria, socialista, izquierdista y todos los ismos; pero, sobre todo, criticó la posición de las revoluciones que se acomodaron muy bien en la historia en nombre de las angustias humanas.

En sus Oraciones a quemarropa, desde la primera línea expresa sus dudas con los revolucionarios: «El país no necesita mártires, sino constructores»; pero los revolucionarios de hoy han hecho de su lucha un martirio y no dudan en gritarlo a los cuatro vientos. «El mártir es un personaje vistoso, demasiado emotivo; es el último refugio para los héroes revolucionarios, sobre todo si proceden de la pequeña burguesía». Los más recalcitrantes masistas, ¿acaso no se refugian en ese heroísmo revolucionario? Para mí no son sino eso: Evo Morales Ayma, Juan Ramon Quintana, Alvaro García Linera, Roberto Aguilar, René Martinez, Hector Arce y otros, que no vale la pena nombrarlos aquí. Espinal continúa su ácida crítica a los revolucionarios: «El mártir es demasiado vistoso y los personajes vistosos no sirven para el socialismo; piensan en sí mismos». Cómo podrían servir al socialismo del tipo que sea, gente que ha visto en el Estado un modo de enriquecerse fácilmente. Personajes tan vistosos como el canciller Huanakuni y su trajecito chino, nada más buscan llamar la atención, como si vestir un traje prochino fuera sinónimo de revolución.

Espinal, si bien se consideraba un revolucionario, también nunca dejó de ser un cristiano que defendía la vida. No obstante, fue absolutamente crítico con la revolución y los revolucionarios coyunturales. Por eso no se cansa de decir: «El mártir es un masoquista, sino puede vencer en el triunfo, procura sobresalir en la derrota. Por esto, le gusta ser incomprendido y perseguido». Cuánta razón tenía Espinal, hoy no hay un solo político de izquierda que no recuerde el tiempo de las dictaduras o del neoliberalismo. Les gusta revolcarse en los recuerdos y tragedias personales y grupales. Nada más masoquista, no. Por esa razón, el hombre de izquierdas es un masoquista digno de una terapia de Freud. No es gratuito en ese sentido su alusión constante al antes y después, el ayer y el hoy o en los gobiernos neoliberales y nuestro gobierno.

Luis Espinal, no era un clarividente, pero al referirse al revolucionario mártir como un posible flojo, posiblemente, nunca imaginó que eso se iba a hacerse carne en el aparato estatal y su burocracia, fruto del socialismo gubernamental: «¿El mártir no será un flojo? No tiene la constancia para vivir revolucionariamente; por esto quiere morir, en espera de convertirse en personaje de vitrina. Porque el mártir tiene algo de figurón y de torero». La flojera ha sido institucionalizada y nacionalizada en el actual estado de cosas en la administración pública. Y de figurones y buenos toreros, ni quien se les imponga a los revolucionarios y socialistas. Ya Vargas Llosa, recordaba que el político en América Latina es un torero frente a las masas, a quienes encandila con sus discursos y promesas.

Y finalmente, desde esa voz crítica y autocrítica, Espinal, dice acertadamente: «Uno de los aspectos más dramáticos de nuestra izquierda nacional es su división […] Pero además de dividida, la izquierda se presenta deslucida y aguada en sus programas». Es pertinente la comparación a los revolucionarios y socialista con los fósiles. «Los fósiles nunca se equivocan, porque su vida está anclada en el pasado. Esto les da la garantía de la seguridad y la respetabilidad». Así, los revolucionarios del actual socialismo, no solo del país, sino de toda América Latina, viven sometidos al pasado buscando por todos los medios eludir los embates del presente y el futuro, a cambio de quedarse en el poder.

Luis Espinal fue un revolucionario que gastó su vida por los demás; un cristiano que gastó su vida por los derechos humanos; un hombre de izquierda que creía en los postulados del socialismo. Pero no estaba tan convencido de los revolucionarios, socialistas e izquierdistas de pantalla.



Featured Posts
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Recent Posts
Search By Tags
No hay etiquetas aún.
Follow Us
  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • Google Classic

IVÁN JESÚS CASTRO ARUZAMEN

bottom of page